Me gusta el Shibari, el bondage, el que me aten, el sentirme dominada, el estar aprisionada, el reto de querer liberarme. Todo esto es lo mismo, simplemente jugar.
Hay ciertas ocasiones en que deseo jugar con ritmo, meditando y disfrutando del momento, entonces una buena atadura por todo el cuerpo, creando como si las cuerdas fueran pinceladas sobre mi cuerpo, me gusta el roce de las cuerdas, sentir su textura y también sentir el calor de la que persona que ata, ver como se concentra para hacer de mi una obra de arte, ser su CREACIÓN, esto me satisface. En otras ocasiones prefiero que sea el juego que lleve su armonía y aún no siendo tan lento, si no en forma más dinámica sentir las ataduras para poder ser inmovilizada y que puedan hacer conmigo lo que quieran, ser UTILIZADA es una delicia. Y en las más intensas me vuelve loca el repentino ímpetu de la improvisación, unas esposas, un pañuelo, la rudeza de lo rápido y brusco, quizás unas cadenas de frio metal, o solo unas manos fuertes, ser POSEÍDA.
Lo mejor de todo lo dicho es cuando despierta en mí la sensación de querer liberarme, la lucha pasiva o activa por deshacer las ataduras, es el final del juego en que vence quien consigue doblegarme a su antojo, o yo, y mi poder vencer todas las dificultades y sentirme liberada.