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Relatos

Relatos: Una advertencia a considerar, son fruto de la imaginación o basados en encuentros, pero, siempre  con bastante fantasía ficticia. 


Publicado el 27 de Abril de 2013                     Autor Maragda (RosaSor)


Seducción.

Una llamada, oí mi nombre y rápidamente contesté quién era, era mi Amo que me ordenaba que urgentemente cogiera mi abrigo y fuese a su encuentro. Mi amo me reclama pensé, tengo ganas de jugar con él, sé que sus deseos son órdenes para mí, aunque mi ánimo hoy está más juguetón de lo habitual, debo saciar su sed de poder sobre mi, y al mismo tiempo deseo que juegue conmigo, que sus manos toquen mi precioso tesoro haciéndome gozar.

Abro el armario y cojo el abrigo negro, me desvisto y me pongo el abrigo sobre mi piel desnuda, del cajón cojo un collar, no un collar cualquiera, ese que me regaló, el que solo me pongo para el, el que lleva un aro insertado para que pueda enganchar una correa, el collar de su gatita. Busco mis zapatos (10 cm de tacón, casi no puedo andar), ahí están y me los coloco. Se me olvidaba: el abrigo no debe estar abrochado por completo, el último botón debe dejar entrever mis piernas. Ya lista salgo a su encuentro.

Ahí está, altivo y majestuoso, esperando que sus órdenes sean cumplidas pronto y su posesión se acerque rápidamente. Una sonrisa de satisfacción se deja ver en su boca, su gatita ha llegado. Como gatas sibelina que soy, me acerco con pasitos raudos con la mirada baja, me paro frente a el y sin elevar demasiado la mirada le sonrío, muestro mi collar y el pone la cadena que ha sacado del bolsillo. Me acerco para besar su mano, mis labios rozan su piel y sin que pueda darse cuenta he desabrochado algún botón más del abrigo para que pueda, con suave movimiento, introducir su mano por él y dirigirla hacia mi cuerpo, pasarla por mis pechos, y como un minino me dejo acariciar.

Comenzamos a caminar sin rumbo concreto, yo voy detrás, me adelanto para que pueda ver contornear mis caderas, me vuelvo a acercar para rozarle, me alejo otra vez. El me deja caminar a mi estilo, sabe que su gatita pasea en la noche fría, que bajo el abrigo mis pezones están tensos y mi coño húmedo. En un callejón oscuro me empuja hacia la pared, sabe que su gatita está deseando que la toque, la bese. No tarda ni un segundo y tengo a mi espalda la pared y a mi frente mi Amo metiendo su lengua en mi boca, pasando sus dedos por mi coño, jadeando de placer. Me penetra allí mismo, de pie.

El retorno a casa es pausado, su gatita va detrás y si tuviera cola la iría moviendo alegremente. Esta noche he jugado.



Publicado el 16 de Noviembre de 2012           Autor Eddylatex


Historia de una foto
Mi amo me ha ordenado que os comente la historia de esta foto.

Ese día me sentó en un amplio taburete de esos que se usan para apoyar las piernas cuando estas en el sofá, primero ató mis pechos con una cuerda, luego me hizo sentar y amarró mis brazos hacia atrás y mis tobillos a las patas del taburete. Ya no podía moverme nada, él se coloco a mi espalda, yo no podía verle pero sentía su aliento en mi nuca, y sus besos en el cuello. 

Con la punta de los dedos recorría mi espalda delicadamente,  despertando escalofríos. Acarició mis brazos, mis piernas, mis pechos muy suavemente, luego sacó la capucha de látex que veis en la foto, me la fue ajustando a mi cara muy despacio, bajó lentamente la cremallera ciñiéndola completamente. Entonces me derramó aceite para abrillantar el látex encima de la cabeza. No sé cuanto tiempo estuvo masajeándome la máscara , por la cara, la frente, el cráneo, las sienes hasta que estuvo superbrillante. Yo me derretía de placer. Cuando ya estaba flotando empezó a jugar con mis pezones, a lo cual no puedo resistirme. Al cabo de un rato ya no podía resistir tanto placer y deseaba correrme,  con uno sólo de sus dedos me penetró y fue directo al punto G. 

Terminé corriéndome entre mis atadas piernas sin poder evitarlo, tan grande era el placer que sentía. Luego mi maestro me dejó un rato mas atada y me hizo esta foto. Yo no podía moverme y en mis ojos aún puede leerse lo que había sentido momentos antes.


Publicado el 19 de Junio de 2012                    Autor Sumisodeama

Relato de mi sumiso - primera parte
Se conocieron por internet, era su primera cita en persona. Habian estado hablando por un chat durante mas de dos semanas, pero no se conocian fisicamente.El café aun estaba caliente mientras se contaban sus vidas personales.
.De pronto ella dijo:
-Me  gustas, porque no vamos a mi casa? esta aqui cerca y estaremos mas tranquilos.
El accedió. se levantaron de la mesa y se marcharon, el no podia quitar la vista de esa mujer. Esos labios rojos y carnosos lo habian seducido. Vestía una blusa de satén blanca con los dos botones de arriba desabrochados y un pañuelo de seda rojo que le envolvia el cuello, una falda de raso negra que le llegaba a la altura de las rodillas, con una enorme raja en el lateral y unos botines negros de unos 8cms de tacón.

Llegaron a su casa, ella le sirvió una cerveza fresca y siguieron hablando. Ella sabia como seducirlo, empezo tocandose los labios con la llema de los dedos, cruzando esas largas piernas envueltas en unas medias negras. Ella se levantó.

- Quitate la ropa y ponte comodo, ahora vengo.

El como un animal en celo no dudó ni un momento y mientras se quitaba la ropa solo pensaba en que le haria a esa mujer.Pero cual fue su sorpresa cuando apareció ella con unas esposas en la mano. Se excitó mas.

- Jugamos?- pregunto ella

El  respondió que si. Ella se puso detras de el y lo esposo con las manos en la espalda. Lo acarició lentamente hasta ponerse frente a el, una vez delante se levanto la falda poco a poco y muy lentamente se quitó las bragas negras de saten. Las paso por su miembro, luego por su pecho, fue subiendo  y se las puso en la nariz, y apretó... aquel olor no hizo mas que excitar a aquel hombre atado de manos que poco podia hacer.Ella en unmovimiento brusco introdujo sus bragas en la boca de el. El intentaba escupirlas pero la mano de ella le tapaba la boca.Mientras con la otra mano se quito el pañuelo rojo que llevaba en el cuello y lo amordazo.
El hombre s easustó cuando vió que la mirada de esa mujer cambió por completo.

-Eres mio,y harás lo que diga, ya puedes gritar- decia ella mientras reia.
El intentaba gritar pero sus gritos eran apagados por la mordaza.Le ató las muñecas a los pies y lo dejo en el suelo.... uno,dos,tre, asi hasta diez latigazos. Los dos primeros dolieron pero a partir del tercero el hombre se sorprendió, ya no sabia distinguir entre el dolor y el placer.............


Publicado el 11 de Julio de 2012                    Autor Sumisodeama

Relato de mi sumiso - segunda parte
Ella miraba su trofeo tumbado en el suelo, desnudo, atado y amordazo. Dió un par de vueltas alrededor suyo, se dirigió hacia la puerta, apago las luces y se marchó a su habitación.
Encima de la cama lo tenia todo preparado, se quitó la blusa, la falda, las medias y los botines y empezó a vestirse. Para ella era como un ritual se puso unas medias negras de latex, un corsé rojo que dejaban sus pechos al descubierto. Luego cogió sus bragas preferidas de latex negro y se las puso.Se miró al espejo, primero de perfil, luego de frente, se lamió las yemas de los dedos y empezó a tocarse lentamente por encima de las bragas, le gustaba el tacto del latex. Cogió unos largos guantes rojos y se los puso. Empezó a tocarse los pechos en circulo hasta excitarse, todo esto lo hacia mientras se miraba en el espejo.Ya estaba lista para adiestrar a su perro se puso unas largas botas rojas y fue en busca de su esclavo.

Mientras el salón estaba oscuro. El se resistía intentando desatarse, se movía de un lado a otro. Su respiración era cada vez mas acelerada. Le parecía que llevaba horas allí en el suelo. De pronto escucho el ruido de unos tacones con paso firme acercándose a el.

El poder la excitaba. Cuando tenia un hombre a sus pies, algo se extremecia en su interior. Le gustaba pensar que podia hace con el lo que quisiera porque le pertenecía y eso le gustaba.

 -Soy tu dueña, tu señora- le decía mientras clavaba suavemente el largo tacón de su bota en la espalda de su esclavo-te dirijiras a mi como mi señora, quizás solo así seré benevolente contigo. ¿Lo has entendido? ¿cumplirás todos mis deseos?

El hizo un gesto de afirmación con la cabeza. Ella le quitó la mordaza, le desato los tobillos pero le dejó atadas las manos en la espalda.

-Me debes obediencia, lame mis botas perro.- El se acercó y empezó a lamer las botas, primero una y luego otra. Ella con una larga fusta en la mano le golpeaba de vez en cuando solo para que el recordara quien mandaba.

-Ahora beberás de mi ser- ella sento encima se su cabeza mientras el lamía todo su coño. Ella estaba excitada y se tocaba sus pechos pellizcandose los pezones.

Los gritos que se escuchaban ahora eran de ella. El placer que sentía la embriagaba aun mas y mas. Tenía lo que quería a sus pies.....


Publicado el 20 de Mayo de 2012                   Autor. Eddylatex
 
Lady R.
Lady R entró en su alcoba para acabar de prepararse, de su armario sacó un conjunto en látex rojo, lo extendió sobre la cama para abrillantarlo hasta que se pudo ver reflejada. Empezó ajustando las medias a sus piernas, tensándolas para adaptarlas perfectamente a sus curvas, como una segunda piel.

En la sala de al lado, desnudo, lo esperaba su esclavo, rodillas en el suelo, tan sólo un collar en el cuello,  símbolo de la pertenencia a su ama, adornaba la piel de este.

Lady R empezó a colocarse el liguero que se ceñía a su cintura desde encima del ombligo hasta la altura del pubis, justo para dejar intuirlo sin que se viese, la parte de atrás dejaba la parte baja de las de las nalgas a la vista, con cuidado abrochó los enganches del liguero a las medias, tres en cada lado, uno delante, otro al lado y otro detrás. Un sujetador, también rojo, con tirantes que dejaban sus pezones al descubierto por unos agujeros, completaba el conjunto. Y, para terminar, se enfundó unos largos guantes, ahora toda ella ceñida por el látex rojo y brillante buscó su látigo.

Al salir de la alcoba se encontró con la mirada satisfecha del esclavo.

-¿Qué estas mirando así esclavo insolente? -dijo plantándose delante de este y propinándole un bofetón.

-Un esclavito humilde como tú ha de mantener baja la mirada ante su dueña y no quedarse babeando contemplándola.

Otro bofetón siguió a esta orden.

-Y contesta: Sí, mi dueña, cada vez que te hablo.

Abofetear a su esclavo al principio de cada sesión es algo que le hace hervir la sangre a Lady R, y no digamos a su siervo.

Poco a poco se va sintiendo invadida por una fuerte excitación que viene de muy dentro, una mezcla de poder, miedo rabia y deseo se unen en el instante antes de soltar la mano y un escalofrío y una sensación de placer en el momento de golpear la piel del sumiso. Después la certeza del poder y la posesión: ¡Es mi esclavo! ¡Es  mío! ¡Puedo hacer con él lo que quiera!

Ver a su esclavo bajo su poder la pone loca y siente deseos de clavarle las uñas en las nalgas, en los pezones, de morderle los labios y el cuello, de cogerle el pene y estirárselo, de retorcer sus huevos...

Poco pensaba ella en estas cosas unos meses atrás cuando conoció al que más tarde había de convertirse en su esclavo. Nunca antes se hubiera imaginado entregándose a esta clase de juegos. Él fue quien le abrió los ojos a un mundo de nuevas emociones. Practicaron actividades morbosas y húmedas. Una oleada de sensaciones hasta entonces desconocidas la invadieron y turbaron sus fantasías, sus sueños y deseos más recónditos.

-A mis pies perrito - ordenó - adora a tu dueña y señora.

El  esclavo obedeció agachándose hasta tocar con su cabeza el suelo, el látigo de Lady R acariciaba la espalda del sumiso. Más tarde o más temprano el látigo acabaría restallando contra sus nalgas, al principio suavemente, flojito y cada vez más fuerte hasta que le hará chillar de dolor, entonces Lady R siente una gran excitación que la hace gemir de placer.

Prepararse para asestar cada golpe acelera su pulso y su respiración. Soltar el látigo, bien dirigido y dar en el blanco, oír el gemido a continuación hace que un escalofrío recorra su espalda.

-Estas bajo mi poder y vas a ser castigado como te mereces, gusano.

Y los azotes empiezan a caer, primero sobre las nalgas, siguiendo un ritmo, pero cada vez más fuerte, luego en la espalda, en los pies. Cuanto más fuerte pega mas se excita Lady R, hasta que suspira de placer, entonces es cuando extrañamente y a pesar del dolor, más disfruta el sumiso. Quizás porque sabe cual será al final su recompensa.

Ver a un hombre sometido a sus pies después de haber sido azotado debidamente ha calentado la sangre y algo más a Lady R.

-Complace a tu dueña -le dijo agarrando la cabeza a su esclavo y acercándosela a sus pezones que asomaban erectos por las aberturas del sujetador.

-Chúpamelos como sabes.

Tomando entre sus manos los senos ceñidos en látex rojo acerca los pezones a la boca y los humedece con la lengua. Al ver como el esclavo se aplica en cuerpo y alma a la labor Lady R no tarda en sentirse mojada.

-Ahora de rodillas cabrón, vas a lamerme el coño.

Mientras es complacida rápidamente flagela el culo y la espalda de su servidor para que este ponga más interés.

-Así cabrón, chupa, lámeme.

Lentamente Lady R se gira.

-Ahora mi culo, te ordeno que me lo comas, lámelo.

Es obedecida al instante sin ningún signo de protesta, balanceando el látigo acaricia con los flagelos de este los cojones del sumiso que sentado en el suelo lame con devoción el ojete de su dueña.

-Hunde tu lengua en el culo de tu dueña, marrano, esclavo comeculos.

En la punta del pene del sumiso brilla una gota fruto de la excitación. Lady R la recoge delicadamente con la punta de la lengua y un hilillo transparente une pene y labios.

-Estas muy cachondo ¿Verdad esclavo de mierda? ¿Quien te ha dado permiso para excitarte?

Lady R le ata una cuerda alrededor de los testículos y arrastrándolo así lo conduce a su alcoba donde será violado. Pero esta ya es otra historia.




Publicado el 12 de Mayo de 2012                    Autor: Rosa'Sor

Relato para mi
Un día cualquiera, en una habitación cualquiera me encontraba sola, sentada en la cama y pensando que lo que tendría que hacer ese día, pensé y le di vueltas a mi agenda, un día demasiado aburrida: trabajo, comida de trabajo, más trabajo y a casa otra vez, tarde como siempre a descansar. Abrí la puerta del armario y sin casi ni mirar cogí el primer vestido que vi, para qué pensar, era muy corto pero me daba igual. Me puse mis braguitas de encaje negro y el sujetador a juego, empecé a ponerme mis medias negras con su liguero, no quería que se me fueran cayendo las medias a media mañana. 
Una vez vestida, me lavé, peiné y al mirar el reloj comprendí que otra vez recibiría la bronca de mi jefe por llegar tarde, así que corriendo bajé las escaleras y fui hacia el metro. El metro que llegaba en el mismo instante que yo al andén, estaba abarrotado, hora punta, todos iban enlatados, no me quedaba otra opción y entré en el vagón empujando a todos hasta que me posicioné entre la multitud, aprisionada entre los cuerpos de las personas que allí había.
Una parada y subió más gente, pensé en las sensaciones que se tenían al encontrarse tantos cuerpos juntos. 

Entre pensamiento y pensamiento me pareció notar algo en las piernas, debajo de la falda, presté atención pues quizás se tratara de alguna maleta de algún viajero, pero no, sabía lo que era, algo frío me rozaba las piernas, frío pero suave, ¡una mano!, alguien me estaba tocando las piernas con su mano, ese tacto era inconfundible, fue subiendo poco a poco, casi imperceptible, cada vez notaba más calor, en mí, pensé en girarme y dar una bofetada a alguien, pero no pude, esa sensación me gustó. El movimiento de la mano era mínimo, parecía que se había parado para ver mi reacción, y mi pensamiento fue claro, quería que subiera más, que fuera palpando mi piel hasta el límite de mis braguitas, que me acariciara suavemente hasta llegar a mis partes más sensibles, me sorprendí imaginando un placer intenso. 
Siguiente parada, esta vez bajó más gente, quedó en el vagón más espacio pero aquella mano no se desprendía de mí, me giré para ver quién podía desear mi piel, y vi a aquel hombre mirándome fijamente, en sus ojos vi deseo,  seguro que los míos le transmitieron lo mismo porque no se movió ni un milímetro en todo el trayecto, al final quedaron pocos viajeros y creo que uno se percató de la escena y fijó los ojos en mis piernas, en la mano, en los dos pero eso me hizo excitarme más, un escalofrío recorrió desde mis piernas pasando por mi coño y subiendo por mis pechos haciendo que los pezones se endurecieran. De repente en la última parada al abrirse la puerta, la mano dejó de tocarme para cogerme la mía, y me vi arrastrada por aquel hombre sin poder decir nada, al final del andén en una esquina me empotró contra la pared, me golpeé la cara pero esto me hizo excitarme más, no fue dolor lo que sentí, no fue nada, solo pensaba en que me iban a poseer y ese pensamiento me gustaba. 
Sentí las manos de aquel hombre en mi espalda que me acariciaba todo el cuerpo, sentí su respiración pausada y profunda, podía palpar su deseo en cada caricia, bordeó mi espalda para pasar a rodearme y coger mis pechos que se escondían calientes bajo aquel vestido,  un suspiro se me escapó y al oírlo se apretó más a mi cuerpo, fuertemente con dureza y bajando sus manos poco a poco hasta encontrar debajo del vestido mis bragas que ya se habían mojado del placer que sentía. Estuvo jugueteando con ellas hasta que las apartó y encontró mi vulva, al rozarla con sus dedos humedecí mis labios por el placer que sentí. 

Mientras agarraba mi pecho con una mano con la otra se desabrochó el pantalón sacando su miembro rápidamente, en unos instantes noté como su pene duro acertaba en mi coño penetrándome fuertemente, un pequeño dolor me hizo lanzar un pequeño grito, lo que no pareció molestar en nada a aquel hombre que con un movimiento de vaivén se hundía en mí interior y volvía a salir produciéndome placer.  De pronto paró sacó su pene de mi interior, se abrochó el pantalón y me besó el cuello dulcemente. Se fue separando de mí lentamente a la vez que me susurró un hasta pronto. Se fue alejando lentamente hasta que desapareció de mi vista, mientras me quedé inmóvil sin poder reaccionar, tras un par de minutos el primer viajero apareció en el andén y rápidamente recompuse mi vestimenta como mejor pude, y en cuanto apareció el vagón subí a él pensando que aquello había sido un sueño.

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