De nuevo por aquí, esta vez no voy a hablar de mí como sumisa, voy a escribir mis sensaciones desde el otro lado de mi ser, el dominante.
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Este año me presenté a la fiesta con mis mejores galas, con ganas de pasarlo bien. No iba a quedarme mirando simplemente, esta vez tenía que haber utilizado al mayor número de sumisos posible, tenía que tener bajo mi control a aquel sumiso que se dignara mirarme. Mi actitud era buena, tenía que demostrar que mis deseos eran ordenes e iba a utilizar todo lo que tenía a mi alcance para hacer saber a todos lo que valía. Por ello al entrar en la sala dónde tenía lugar la fiesta me alegré el ver a todos los sumisos en buena disposición, había sumisos repartidos por toda la sala, unos siendo utilizados por las señoras asistente a la fiesta, otros sirviendo en todo momento a las invitadas y otros en posición de espera, listos para ser utilizados por cualquier domina que allí se encontraba
La señora y anfitriona del lugar me recibió amable, y tras ofrecerme una copa para saciar mi sed, me animó a unirme al resto de invitadas y participar de los juegos que seguro serían de mi agrado. Tras pasearme desde la entada del salón hasta el centro ojeando a todas las personas asistentes, tanto amas como sumisos para ver en qué podía participar pero estaba algo cansada por lo que decidí sentarme en uno de los sillones para descansar un momento, Tan pronto como me senté apareció un sumiso sirviente que se arrodilló junto a mi, su misión simplemente era la que la señora del lugar le había encomendado, estar atento a lo que se me pudiera desear, pero en ese momento solo deseaba tenerle bajo mis pies. Así que ordené al sumiso que se dispusiera en forma de banquera para apoyar en él mis pies, y así lo hizo, un sumiso fuerte, no llevaba camisa, por lo que se veía la parte superior de su cuerpo, Posé mis pies unos minutos pero mi instinto me hizo ordenarle que se tumbara boca arriba para poder posar mis pies sobre él, quería pisarlo, que sintiera mi peso encima de él. con el tacón de mi zapato fui recorriendo su cuerpo, desde la cintura hasta la garganta y descubrí en la cara del sumiso una sonrisa de satisfacción, sabía que iba a pisarlo, él lo estaba deseando. Paré mi pie en el lugar de su pecho que sabía que podía soportar mi pie y me alcé sobre él dejado caer mi peso sobre él. Sé que le gustó por su mirada, no le hice sufrir mucho porque volví al sentarme en el sillón y le ordené que mi hiera un masaje, mis pies habían soportado ese día mucho tiempo de pie, y necesitaba un buen masaje,
Mis felicitaciones.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario.
EliminarMagnifico relato,espero la continuacion.
ResponderEliminarGracias, pronto habrá continuación espero que te guste tanto como este post.
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