Me permito no sufrir angustia esperando una llamada de teléfono, una palabra amable o un gesto de consideración. Me afirmo como una persona no adicta a la angustia. No espero encerrado o recluido ni en casa, ni en un pequeño círculo de personas de las que depender. Soy yo quien me valoro, me acepto y me aprecio.
Me doy permiso para ser inmune a los elogios o alabanzas desmesurados: las personas que se exceden en consideración resultan abrumadoras. Me permito un vivir con levedad, sin cargas ni demandas excesivas. No entro en su juego.
Me doy el permiso más importante de todos: el de ser auténtico.
Me permito estar tal como me sienta bien conmigo mismo y no como me ordenan las costumbres y los que me rodean: lo “normal” y lo “anormal” en mis estados emocionales lo establezco yo.
Joaquín Argente. Fragmentos publicados en: SaberPsicología.com
Me esfuerzo por ser cada día mejor, me doy permiso y lo intento, pero a veces sucumbo a la cruel realidad, a lo dicho: el de ser humana. En ciertas ocasiones sufro por la espera de una llamada de teléfono, por una palabra amable o un elogio, deseo ser "normal" encontrarme siempre alegre, ser perfecto y mi estado emocional es una montaña rusa que sube a la euforia extrema y baja a la depresión angustiadora, soy controladora del tiempo y del espacio. Y mi mayor deseo es que seas feliz, tú que me lees y todos los que viven en este mundo.
Me esfuerzo por ser cada día mejor, me doy permiso y lo intento, pero a veces sucumbo a la cruel realidad, a lo dicho: el de ser humana. En ciertas ocasiones sufro por la espera de una llamada de teléfono, por una palabra amable o un elogio, deseo ser "normal" encontrarme siempre alegre, ser perfecto y mi estado emocional es una montaña rusa que sube a la euforia extrema y baja a la depresión angustiadora, soy controladora del tiempo y del espacio. Y mi mayor deseo es que seas feliz, tú que me lees y todos los que viven en este mundo.
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