Ese día me sentó en un amplio taburete de esos que
se usan para apoyar las piernas cuando estas en el sofá, primero ató mis pechos con
una cuerda, luego me hizo sentar y amarró mis brazos hacia atrás y mis tobillos
a las patas del taburete. Ya no podía moverme nada, él se coloco a mi espalda, yo no podía verle pero
sentía su aliento en mi nuca, y sus besos en el cuello.
Con la punta de los dedos recorría mi espalda delicadamente, despertando escalofríos. Acarició mis brazos, mis piernas, mis pechos muy
suavemente, luego sacó la capucha de látex que veis en la
foto, me la fue ajustando a mi cara muy despacio, bajó lentamente la cremallera ciñiéndola completamente. Entonces me derramó aceite para abrillantar el
látex encima de la cabeza. No sé cuanto tiempo estuvo masajeándome la máscara
, por la cara, la frente, el cráneo, las sienes hasta que estuvo
superbrillante. Yo me derretía de placer. Cuando ya estaba flotando empezó a jugar con mis pezones, a lo cual no puedo resistirme. Al cabo de un rato ya no podía resistir
tanto placer y deseaba correrme, con uno sólo de sus dedos me penetró y fue
directo al punto G.
Terminé corriéndome entre mis atadas piernas sin poder evitarlo, tan grande era el placer que
sentía. Luego mi maestro me dejó un rato mas atada y me
hizo esta foto. Yo no podía moverme y en mis ojos aún puede leerse lo que
había sentido momentos antes.
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