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12 de mayo de 2012

Avanzando en experiencia

Cuando eres joven tienes unas ideas preconcebidas del amor, después  cuando vas avanzando en la vida te das cuenta de lo que puede cambiar tu forma de ver las cosas. ¿Quien de pequeño no ha soñado con su príncipe o princesa ideal?,  a medida que conoces a otras personas e interactúas con ellas tu opinión cambia.

Mi opinión del amor y el sexo ha cambiado mucho desde mi adolescencia, cada persona que he conocido ha aportado su granito de arena hasta concluir en lo que ahora sé y pienso.

Cuando tomé contacto real con el mundo del BDSM  me asusté un poco, me asusté de mi misma, hasta entonces mis relaciones habían sido muy "normalitas" según creía yo, llenas de amor, romanticismo salpicadas con la dura realidad de la vida, era lo que sabía. Otra cosa eran las fantasías, los sueños, incluso las películas. Cuando me dí cuenta que esas fantasías también las podía realizar,  que me gustaban y tenían su morbo, eran placenteras, como digo me asusté de mí misma y de lo que podía llegar a hacer o gustarme y ese miedo liberó la adrenalina suficiente para indagar en ellas y atreverme a probar. De la mano de mi maestro suavemente fui comenzando a experimentar poco a poco.

Mis primeras experiencias en este mundo supongo que serán como las de la mayoría de personas, primero comentadas con tu pareja, contando esos sueños, esas fantasías que se tienen, esas cosas que se desean pero se sabe muy bien que se quedarán en fantasía. Una de ellas, no creo que fuera la primera pero sí la que con más cariño recuerdo, fue un día tranquilo cuando estábamos en la alcoba, mi pareja, mi maestro me preguntó si confiaba en él y le daba permiso para hacer algo que me gustaría, dí mi aprobación y acto seguido cogió una cuerda blanca de algodón, no muy larga, me cogió de las manos y me las unió, con la cuerda fue atando suavemente mis manos, yo sentía como pasaba la cuerda por encima de mi piel, notaba el tacto un poco frío de las cuerdas y a la vez el tacto más caliente y rudo de las manos de mi maestro, yo intuía lo que quería hacer, me puse un poco nerviosa pero a la vez impaciente para ver lo que me esperaba.
Una vez atadas mis manos empezó a acariciarme por todo el cuerpo, fue fantástico, esa sensación de querer también acariciarlo, de mover mis manos para notar el tacto de su piel y no poder hacerlo me fue gustando, excitando. Él continuaba acariciándome, besándome por todo el cuerpo, por dónde se le antojaba y  yo no podía separar las manos, toda mi piel se erizó, mi excitación creció, cuando notó que estaba lista fue hacia mi vulva acariciando mi clítoris, no sé si mi exitación era mayor por el placer sentido al tocarme o el pensar que no podía mover las manos, en aquella ocasión fueron solo  mis manos atadas ya que lentamente me desató y no recuerdo si por el deseo continuamos con más pasión que nunca hasta ese instante.

Ese instante era mi comienzo en el arte del bondage, una de mis prácticas favoritas, siempre dentro del respeto, el común acuerdo, pensando en el disfrute de la otra persona, y en el nuestro propio.

2 comentarios:

  1. Es probablemente la experiencia mayoritaria, la primera vez que empezamos a darnos cuenta de que no se trata ya solamente de placer, de caricias, sino que jugar con la anticipación, la falta de control de la situación para la persona atada, el no saber qué va a pasar, resultan mucho más excitantes que la propia sensualidad :). Me alegro de que disfrutes con el bondage!!

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    Respuestas
    1. Gracias a ti por visitar mi blog y por tu comentario.
      Saludos

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